Dificultad del sendero: media
Se debe tener especial precaución con el estado de las mareas. Recomendable acudir con un guía o persona que conozca el lugar.
Luces, pequeña localidad del concejo de Colunga, situada al oeste de la villa marinera de Lastres, en plena rasa costera, alberga en sus acantilados la evidencia del paso de fantásticos reptiles extintos, como los dinosaurios, y de otros vertebrados que han llegado hasta nuestros días.
Desde Colunga, capital del concejo, se toma la desviación que conduce a Lastres, siguiendo la carretera comarcal AS-257, hasta llegar a la localidad de Luces; desde aquí seguiremos por una carretera estrecha que conduce al faro de Lastres. Después de recorrer por la misma unos 650 metros, encontraremos en una curva a la derecha el indicador del faro, donde podemos aparcar el vehículo.
Se toma un camino que parte a la izquierda; éste termina en un espacio algo más amplio, con dos eucaliptos a cada lado, que da acceso a varias fincas, de las cuales debemos atravesar la de la derecha, en cuyo margen izquierdo se alzan tres pinos; por ella discurre el camino que comienza a descender y conduce directamente al pie del acantilado.
A unos pocos metros hacia el este del final del camino, en la misma base del acantilado, se encuentra un bloque suelto de arenisca, que conserva dos contramoldes de huellas de dinosaurios; uno de ellos tiene forma de media luna y se debe a la mano de un saurópodo de tamaño medio, mientras que el otro, de forma tridáctila, correspondería al pie izquierdo de un terópodo de gran talla, cuya altura de cadera se estima en torno a los 2,7 metros.
Siguiendo por el pie del acantilado, ahora hacia el oeste, unos 300 metros y prácticamente en el extremo de la ensenada de la pequeña playa arenosa que se desarrolla esporádicamente en ese lugar, se encuentran varios estratos de arenisca gris inclinados. Dos de ellos contienen huellas de dinosaurios. En la superficie del primero que encontramos aisladas, unas debidas a dinosaurios terópodos de mediano tamaño con una altura de cadera próxima a 1,3 metros y otras, de menor tamaño, posiblemente originadas por pequeños ornitópodos. En el segundo estrato se conservan diversas huellas aisladas pertenecientes a terópodos de gran tamaño, cuyas extremidades tuvieron una longitud entre 2 y 2,4 metros, así como un rastro constituido únicamente por las icnitas de los pies de un gran saurópodo; en las tres huellas completas que constituyen el rastro se aprecian las impresiones de los dedos. Todas las huellas de esta segunda capa presentan un alto grado de desgaste debido a la erosión marina, lo que dificulta su reconocimiento.
Además de las icnitas y rastros de dinosaurios, las rocas de estos acantilados han proporcionado diversos restos óseos atribuidos a tortugas, cocodrilos y peces, así como varios fragmentos de troncos de árboles.